miércoles, 4 de septiembre de 2013

Los Obeliscos Macho y Hembra del Malecon de la Ciudad de Santo Domingo


En Santo Domingo - El Obelisco macho, está ubicado en la avenida George Washington y cuenta con 40 metros de altura.

Este fue diseñado en 1936 por Alfredo González Sánchez y construido por el ingeniero Rafael García Bonnelly. La obra fue oficialmente inaugurada un 11 de enero de 1937. Su construcción costo RD$ 9, 841.87.

Lo que celebraba la construcción del mismo era el cambio de nombre de la ciudad, la cual paso de ser Santo Domingo a Ciudad Trujillo.

Este monumento ha permanecido a través del tiempo, a pesar de que muchos bustos, estatuas y edificios que rendían culto a la dictadura de Trujillo fueron eliminadas tras el fin de la tiranía.

Este es inclusive uno de los iconos de la ciudad de Santo Domingo. Desde el año 1995 el mismo ha sido utilizado con diversos motivos. Lo primero que se hizo fue transformarlo en un gigantesco árbol navideño.

Mas adelante serviría de lienzo para que importantes artistas plasmaran obras relacionadas con personajes históricos como las hermanas Mirabal. Como mural artístico ha permanecido hasta nuestros días, una decisión aplaudida por muchos.

El Obelisco Hembra

La estructura es dotada  del color blanco hueso original, hay una historia que debe ser resaltada: fue inaugurado en un inusual martes 29 de febrero de 1944 para conmemorar la redención de la deuda externa, cancelada en 1947 , mediante pago a Estados Unidos de  US$ 9, 271, 855.55. Es de discreta estética monumentalista (tiene escasos 20 metros de altura).

Antes se le decía “el Trujillo-Hull” porque fue producto del tratado o acuerdo firmado por Rafael Trujillo, el dictador dominicano, y Cordel Hull, el Secretario de Estado de EU. Para iniciar el proceso de pago y cobro antes citado, el que a su vez, resultaba una afrenta ante la intervención aduanal de 1907.

Explica Brea García que el monumento realmente no es un obelisco. Tiene dos piezas, insinuaciones aladas, que despejan el centro en corte ortogonal, dando paso a la imaginaría popular, morbosa por un lado que lo miró como dos piernas femeninas abiertas hacia arriba, dijo el arquitecto.









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